Antes no había internet ni televisión, ahora sí. Antes no todos podían saber qué pensaban los unos cuántos que había antes.
Ahora todos podemos saber qué pensamos los muchos que somos ahora (y lo que pensaban algunos de los unos cuántos de antes, también).
Cuando seamos demasiados, dentro de uno, tres o nueve años, seremos unos cuántos los que pensaremos "¡caray, cuántos somos!"
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