No, no sé cómo definir el azar. Azar es la explicación que no explica, la que sólo confunde; azar es la coincidencia que, de manera confusa, explica la confusión. Azar, en lenguaje práctico, es la moneda que cae, cuando se le exige demasiado, después de una serie de volados, sobre su borde, sin ofrecer un ganador. Azar es, como más me gusta entenderlo, preparar, con una pésima ortografía, un pedazo de carne a la parrilla.
El azar, por suerte, es tan capaz que se sabe definir solo, a veces, casi de manera aleatoria.
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