La culpa no es de quien se equivoca, sino de quien decide adjudicársela, aunque no siempre lo diga. Una piedra en el zapato, cuando es pequeña; una piedra sobre la espalda, cuando es grande, y una piedra atada a una cadena, cuando es permanente.
La culpa es personal, pero no es intransferible. Se vive mejor en silencio, pues éste permite manifestarla con acciones discretas e inseguras generalmente dirigidas al agente culpígeno, pero la culpa también se puede gritar.
Así, existen al menos dos formas de culpa. Está, por un lado, la culpa que ocurre en una escala social amplia, producto de un evento desafortunado, y en donde es necesario encontrarle una causa a dicho infortunio ("Es tu culpa". "No, es tu culpa". "No, fue culpa de ellos".), y está, por otro lado, la que ocurre en silencio, en una escala mucho menor, pero con una intensidad mucho más grande. Es la culpa silenciosa la que mata por dentro cuando se le permite crecer.
Porque el mejor diluyente de la culpa es la sociedad: no importa qué tan malo sea el evento ni qué tan culpables sean los culpables mientras sean muchos, mientras la culpa sea explícita.
Porque el mejor sitio para añejar una culpa, con la ayuda del tiempo, del silencio y del remordimiento, es el interior de un ser humano.
Saturday, April 18, 2009
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment